Es muy habitual oír que es recomendable castrar a las gatas. Esto no es baladí. Hay varias razones importantes detrás de esta afirmación, como evitar en gran medida la contracción de infecciones uterinas crónicas, evitar el constante marcado de la orina o reducir la probabilidad de sufrir cánceres reproductivos o mamarios o los quístes ováricos.
Una de las enfermedades probablemente menos conocidas que podemos evitar con la castración de nuestra gata es precisamente la piómetra. La piometra es patología infecciosa que afecta al aparato reproductor de la gata, concretamente a su útero, cuando alcanza la madurez sexual.
Lo más curioso de esta enfermedad es que puede prevenirse prácticamente por completo si esterilizamos a nuestra gata.
¿Qué es la piómetra del muñón uterino?
Aunque la esterilización de la gata reduce drásticamente las probabilidades de contraer la piometra, si la ovariohiperectomía se realiza de forma incompleta y queda un segmento tejido ovárico remanente en la zona uterina, que en caso de ser afectado por la piometra, daría lugar a lo que se conoce como una piometra del muñón uterino. Se trata de algo que ocurre muy raramente, pero que puede producirse por la presencia de las hormonas progestacionales.
¿Cómo se produce?
La piometra se desarrolla por la presencia de bacterias que acceden al útero a través de la vagina. Una vez se produce la infección, el útero se llena de pus. Esto acostumbra a ocurrir cuando se producen cambios hormonales en el tracto reproductivo de la gata, normalmente después del celo, momento en el que se segregan más fluidos, un entorno que fomenta la aparición de bacterias. En estos casos, la hormona progesterona permanece activa durante unos 60 días, haciendo que el recubrimiento de la zona uterina crezca de tamaño, como preparación para el embarazo. Cuando después de varios ciclos no se produce ningún embarazo, empiezan a aparecer quistes en los tejidos uterinos como consecuencia del constante cambio de forma y volumen del útero. Estos pequeños quistes reciben el nombre de hiperplasia quística endometrial.
Debido a los niveles tan elevados de progesterona y al aumento de tamaño de los tejidos uterinos, los músculos del útero no pueden contraerse como lo harían en condiciones normales, lo que evita que puedan expulsar los fluidos con normalidad, generando así un entorno muy atractivo para las bacterias. Por el contrario, cuando el útero está en condiciones normales, las bacterias no son capaces de acceder y la zona está mucho más purgada y libre de agente nocivos externos.
Aunque los glóbulos blancos protegen en gran medida de posibles infecciones y se encargan de que los espermatozoides entren en el tracto reproductivo de la gata de manera segura cuando ésta está en celo, cuando hay piometra, los glóbulos no son capaces de acceder al interior del útero y combatir a las bacterias que puedan haber.
Todo esto, sumado a que durante el celo es cuando mayor expuesto está el cuello uterino a la entrada de agentes externos, hace que la probabilidad de contraer una infección aumente sea muy elevada, dando entonces lugar a la piometra.
¿Cuáles son los síntomas de la piometra? ¿Cómo diferenciar la piometra abierta de la cerrada?
Piometra abierta:
En la piometra abierta, el cuello del útero está abierto, de forma que el pus que pueda generarse es capaz de drenarse y salir hacia el exterior del tracto uterino. Esto facilita enormemente su identificación, ya que a simple vita podemos ver una secreción blanquecina bajo la cola de nuestra gata. También es posible encontrar algunas gotitas de esta secreción en los lugares donde se haya sentado.
Algunos de los principales síntomas que podremos ver en nuestra gata son:
- Falta de energía en general.
- Tiene mucha más sed de lo normal.
- Fiebre.
Piometra cerrada:
En la piometra cerrada, a diferencia de la piometra abierta, el cuello uterino está cerrado. En este caso, se trata de una fase de la enfermedad más avanzada y de mayor gravedad, dado que el pus se contiene en el interior del útero sin posibilidad de drenarse, lo que puede hacer que se rompa alguna membrana debido a la presión y extienda la infección a la zona del abdomen. Además, las toxinas liberadas por las bacterias pueden llegar a ser absorbidas por la sangre, que terminaría de extender la infección por todo el cuerpo.
El principal problema de este tipo de piometra es que todo ocurre muy rápido, siendo ideal una detección temprana que permita al veterinario intervenir cuanto antes.
Los principales síntomas que nos alertan de una posible piometra cerrada son:
- Vómito o diarrea espontáneos.
- Depresión.
- Mucha sed.
En estos casos, las gatas tienden a beber mucha agua, dado que las bacterias han llegado a los riñones y éstos no son capaces de retener los líquidos correctamente, dando lugar a una sed insaciable y a un aumento de las ganas de orinar.
¿Cómo se diagnostica la piometra?
A continuación te indicamos los síntomas más comunes de esta enfermedad que permitirán a tu veterinario diagnosticar la piometra. Conocer estos síntomas te permitirá conocer la gravedad de tu gata. Actuar pronto es muy importante:
- Dolor en la zona abdominal.
- En el caso de la piometra cerrada, puede haber una inflamación notable del abdomen. Cuando se realice una rediografía, podrá aprciarse la inflamación del útero.
- En una ecografía podrá verse que las paredes uterinas están inflamadas y retienen líquido.
- En los resultados de la analítica de sangre, una alta concentración de glóbulos blancos.
- También es probable que el nivel de globulinas en sangre sea elevado. Las globulinas unas proteínas asociadas al sistema inmunológico.
- Secreción vaginal, como hemos comentado anteriormente.
- Mucha sed.
- Recientemente la gata ha estado en celo.
¿Cómo podemos tratar la piometra?
Como hemos comentado antes, la forma más habitual de tratar esta enfermedad es mediante cirugía. Sin embargo, es distinta una cirugía preventiva, en la que la zona está en buenas condiciones y no hay ninguna inflamación ni zona infectada, que una cirugía cuando ya se ha producido la infección.
En el segundo caso, dependerá de lo avanzada que esté la enfermedad para valorar si realmente hay posibilidad de salvar a nuestra gata. El problema es que la infección puede extenderse muy rápido y, cuando nos damos cuenta, ya puede ser demasiado tarde, especialmente en la piometra cerrada.
¿El mejor remedio?: Prevenir a tiempo
La mejor forma de prevenir la piometra es actuar de forma temprana y esterilizar a nuestra gata antes de que pueda mostrar ningún síntoma, a poder ser cuando es cachorro y aún no haya estado nunca en fase de celo.
Actualmente, la castración es una práctica casi rutinaria que puede realizarse en cualquier centro veterinario y cuyo precio no es excesivo. Además, con la esterilización no sólo estaremos recudiendo las probabilidades de que nuestra gata contraiga piometra, sino que conseguiremos también reducir otras enfermedades como los tumores mamarios, las fístulas perianales o los tumores uterinos y ováricos.