La neumonía es una enfermedad común en los mamíferos que afecta a la mayoría de los gatos y a gran parte de los perros. Presenta el mismo cuadro clínico que en el de los humanos e, incluso, comparten los síntomas y las causas que la generan.
Cuando hablamos de neumonía (o pulmonía) nos referimos a una infección bacteriana que ataca los pulmones, los llena de pus y de fluidos, afectando la capacidad de éstos de intercambiar oxígeno y dióxido de carbono.

Suena grave y lo es si se toma a la ligera. Pero no te preocupes, en la actualidad existen muchos avances alrededor de esta enfermedad y son muy pocos los casos que llegan a ser letales si se trata a tiempo.
Para tu tranquilidad, hemos recopilado información relevante al respecto que puedes leer a continuación.
Causas de la neumonía
La principal causa de esta enfermedad es un grupo de patógenos bacterianos que atacan las vías respiratorias, tales como Bordetella bronchiseptica, virus, hongos y parásitos. Como verás, son múltiples factores los que inciden sobre el buen funcionamiento de los pulmones. No obstante, otros patógenos más vulgares como la Salmonella typhimurium también puede dañar el aparato respiratorio de tu mascota.
Esta enfermedad suele causar dolor debido a la inflamación de los órganos y en casos extremos puede llegar a ser letal, muchas veces no tanto por la enfermedad en sí sino por las consecuencias que ella acarrea, como deshidratación o desnutrición.
Puede atacar a cualquier felino, independientemente de la raza, tamaño o edad, pero los cachorros y los ancianos son los más vulnerables debido a que el sistema inmunológico no es capaz de luchar contra la enfermedad. Si el gato vive en la calle, el riesgo aumenta ya que se encuentra expuesto a más bacterias.
Teniendo estos datos en cuenta, podemos decir que existen varios tipos de neumonía, dependiendo de su origen:
Bacteriana:
Streptococcus, Chlamydia Felis y Yersinia Petis, son algunas de las bacterias que más atacan a los felinos. También patógenos como Bronchis Éptica, Pasteurella y Moraxella. Empiezan siendo virales y luego se complican.
Aquí el líquido se aloja en los alveolos y pulmones y entre las complicaciones están que el pus se multiplique de tal manera que llegue hasta la sangre, contaminando el resto de los órganos vitales del animal.
Viral:
Son más comunes en cachorros o gatos que viven en manadas. Si se complican pueden convertirse en una infección bacteriana secundaria. El Calicivirus, protozoos como T Gondii que causa la toxoplasmosis y el Herpevirus son los más peligrosos.
Enfermedades preexistentes como la leucemia viral también derivan en una pulmonía, así como fuertes corrientes de aire frío y cambios bruscos de temperatura.
Fúngica:
Se trata de una infección profunda originada por hongos, también conocida como infección micótica. Es causada por blastomices, histoplasma y aspergillus.
Se caracteriza por producir infección en los tejidos intersticiales, vasos linfáticos o tejidos peribronquiales.
Se contagia a través del contacto con materia orgánica, excremento de pájaros o heces de otros gatos. Los hongos pueden entrar por la nariz o por la boca, por lo que, en las etapas iniciales, se presenta con problemas en los ojos o la piel.
Esta variación de neumonía suele ser letal ya que muy pocos gatos responden bien a la farmacología, además de que el tratamiento es largo y costoso.
Aspiración:
En este caso, el gato se contagia por accidente al inhalar contenido gástrico al vomitar. También puede causarla algún medicamento como aceite mineral que, al ser aspirado, se aloja en las vías respiratorias. Es común que se le administre aceite mineral por vía oral a los gatos para ayudarlos a eliminar las bolas de pelo, pero puede suceder con cualquier líquido que estemos intentando que tome a la fuerza usando una jeringa. Asimismo, el humo, queroseno, gasolina o cualquier sustancia química podría ser desencadenante de una neumonía.
Con la ayuda de antibióticos y oxígeno, el animal vuelve a respirar normalmente.
¿Cómo puedo evitar que mi gato se contagie?
El contagio de la enfermedad es tan fácil como mantener contacto con otro gato enfermo. Debido a que se transmite por las vías respiratorias, es casi imposible impedir que un animal se contagie.
Para evitar que nuestras mascotas lleguen al punto de enfermarse, lo ideal es mantener el sistema inmunológico lo suficientemente fuerte para que resista al contagio.
Aun así, hay ciertas pautas que puedes seguir para que tu gato no sufra de neumonía, como por ejemplo:
- Mantén sus vacunas al día
- Trata de que no cace animales del exterior como ratones o pájaros. Es su instinto natural por eso trata de reducir sus salidas.
- No obligues a tu gato a ingerir comidas o bebidas (a menos de que sea estrictamente necesario, como en el caso de los medicamentos)
- Si debes alimentarlo, no lo hagas panza arriba pues corre el riesgo de que aspire el contenido.

¿Cómo se detecta la neumonía en los gatos?
Para determinar si tu mascota sufre de una infección respiratoria, el veterinario le hará una serie de pruebas que incluyen exámenes de sangre y una radiografía torácica para evaluar el nivel de fluidos en los pulmones. También examinará el ritmo cardíaco con un estetoscopio y pedirá exámenes de heces y orina. En casos extremos, un examen de secreción nasal también sería necesario. Se realiza haciendo un lavado transtraqueal para obtener material para una citología, cultivo o sensibilidad.
Cabe destacar que, según un estudio desarrollado recientemente, el 41 por ciento de los gatos no presentó síntomas, aunque padecieran la enfermedad, por lo que se recomienda realizar una evaluación del tracto respiratorio habitualmente durante las visitas regulares al veterinario. Con un estetoscopio, el médico escuchará los pulmones del gato buscando sonidos anormales conocidos como crepitaciones, así como silbidos al inhalar y exhalar. Si observa algo irregular durante la consulta, procederá a realizar exámenes más específicos.
Síntomas de la neumonía
El principal síntoma de la neumonía en gatos es la dificultad para respirar, aunque también el felino puede presentar:
- Fiebre
- Deshidratación
- Mucosidad
- Babeo
- Boca azulada debido a la falta de oxígeno
- Letargo
- Pérdida de apetito
- Pérdida de peso
- Tos
- Estornudos
- Dificultad para tragar
- Silbancia al respirar
- Taquicardia
¿Cuál es el tratamiento indicado para la neumonía?
El tratamiento depende de la gravedad, pero en líneas generales se administran antibióticos como penicilina o amoxicilina para controlar la infección y diuréticos para eliminar los fluidos. En casos extremos, podría recibir asistencia con oxígeno para ayudarlo a respirar.
Los jarabes puedes dárselos con jeringas y las pastillas deberás camuflarlas en la comida. No dejes de lado la medicación, es muy importante que vigiles que la esté recibiendo según lo indicado por tu veterinario, al pie de la letra.
El veterinario también podría recomendar mucho reposo para que la recuperación sea más rápida: el sueño y el descanso son claves. Para ello, crea un espacio tranquilo, lejos de ruidos molestos y de otros animales para evitar el contagio. Coloca una manta mullida para que se sienta cómodo y abrigado, pero vigila que no pase mucho tiempo recostado sobre un solo lado o se acumularán fluidos en uno de sus pulmones. Ayúdalo a cambiar de posición varias veces al día.
Adicionalmente, una dieta líquida o blanda también será de gran ayuda. Si no es capaz de comer por sí solo, ayúdalo con una jeringa, pero hazlo con cuidado, recuerda que cualquier contenido regurgitado puede ser inhalado si no se tiene cuidado. No debes darle el líquido más rápido de lo que pueda tragar o se ahogará.
En casos extremos de deshidratación, serán necesarios aportarle fluidos vía intravenosa, sobre todo cuando el gato no puede tragar o insiste en vomitar.
Guarda para él alguna golosina o comida enlatada para estimularlo a comer.
No te olvides de la hidratación ya que estará recibiendo diuréticos y corre el riesgo de perder demasiado líquido. Coloca los cuencos cerca de él para que no tenga que desplazarse para poder beber.
Algunos veterinarios confían en los masajes torácicos para ayudar a la recuperación y eliminación de fluidos. Pregunta a tu médico acerca de esta opción.
No olvides que la recuperación dependerá en gran medida de la rapidez con la que se actúe, tanto en diagnóstico como en tratamiento. La mayoría de los desenlaces fatales se dan por complicaciones debido a los bajos niveles de oxígeno o por sepsis.
Por último, recuerda no automedicar a tu mascota. Pregunta a tu médico de confianza antes de administrar cualquier remedio, sea casero o no.