La debilidad en las patas traseras de un gato es un síntoma claro de que algo no va bien. Hay muchas razones por las que puede aparecer esta debilidad en los miembros posteriores de los animales y con frecuencia suele acompañarse de otros síntomas.
Si has llegado hasta aquí buscando información es porque te ha estado inquietando la salud de tu mascota.
Si es así, te invitamos a que leas la información que hemos recopilado para ti en este sentido. En cualquier caso, recuerda siempre que la opinión de un especialista es fundamental en este tipo de casos. Si te preocupa la salud de tu gato te recomendamos que lleves a tu gato al veterinario.

Causas de la debilidad en las patas traseras
Un gato que tiene dolor o entumecimiento en sus extremidades es un animal apático, débil, con falta de apetito y que se pasa el día tumbado. El impedimento puede ir desde un simple dolor que le limita moverse con facilidad hasta una parálisis completa, pasando por temblores y convulsiones.
Debido a que este síntoma puede ser multifactorial, hemos decidido enumerarte las principales razones por las cuales los gatos tienen debilidad en las patas traseras.
Aunque un atropello, una pelea o una caída pueden generar inmovilidad, existen enfermedades que son más difíciles de diagnosticar y que tienen un pronóstico menos optimista. Entre estas enfermedades figuran las siguientes:
1) Estreñimiento:
Más común en gatos que sufren de enfermedades relacionadas con los riñones, el estreñimiento afecta no solo al sistema digestivo sino a la parte baja de la espalda. Es por ello que las patas traseras tienden a perder fuerza y movilidad.
Si esta situación se ha mantenido por varios días y viene acompañada de vómitos y pérdida de apetito, es necesario que conciertes una cita lo más pronto posible con el veterinario para que revise a tu gato. Hay que tener en cuenta que si el problema se debe a un estreñimiento crónico puede generarle daños irreversibles en el hígado, intestinos y riñones. En estos casos es un problema que no debe tomarse a la ligera.
2) Displasia de caderas:
Esta es una de las principales razones por las cuales los perros arrastran las patas. Sin embargo, en el caso de los gatos no es una enfermedad tan común.
En los felinos por lo general la displasia de cadera es hereditaria y relacionada con la raza.
Afecta los huesos de la cadera y el fémur desde muy pequeños debido a que hay una malformación en la unión de la articulación coxofemoral que se va acrecentando con el paso de los años debido al desgaste óseo y al roce.
Al no desarrollarse correctamente los huesos de la cadera, pelvis y fémur, los gatos sienten dolor constante, limitación del movimiento y con el tiempo conlleva una artrosis.
Debes saber que, si el veterinario te da ese diagnóstico, el problema no desaparecerá ya que la displasia de cadera es un proceso degenerativo e irreversible que irá deteriorando la salud del felino con el tiempo.
Esta patología es más común en gatos grandes como el Bosque de Noruega o el Maine Coon, siendo las hembras las más afectadas.
3) Trombosis:
La trombosis consiste en coágulo de sangre atascado en algún lugar del cuerpo. En los felinos se ven afectadas las caderas y piernas ya que la sangre no fluye normalmente a esas regiones y, por lo tanto, la movilidad se ve reducida.
En el caso de los gatos, a la enfermedad se la conoce como trombo en silla, tromboembolismo aórtico felino o TEA. Este padecimiento no es tan común en los perros como en los gatos.
La enfermedad “trombo en silla” se caracteriza por afectar tanto a una como a ambas patas traseras. Las patas se ponen frías y los nervios y los músculos se endurecen y se inflaman por una falta de oxígenación. Lamentablemente, es una anomalía que puede ser letal.
La insuficiencia renal es la principal causa de las trombosis, pero no la única. Consulta con tu veterinario ante cualquier duda.
4) Cardiomiopatía hipertrófica:
Se trata de una enfermedad coronaria caracterizada por el engrosamiento de las paredes del corazón.
Este padecimiento provoca que no llegue suficiente sangre a algunas partes del cuerpo como, por ejemplo, a las patas traseras y la cola, ya que quedan más lejos del corazón.
La cardiomiopatía hipertrófica puede generar a la larga la paralización de las extremidades, total o parcialmente, debido a la falta de irrigación sanguínea.
5) Lesiones en la columna:
La afectación de la columna vertebral puede dejar paralizado a cualquier animal. Los gatos son muy flexibles, de hecho, al no poseer clavículas, caben en cualquier hoyo por pequeño que sea. De ahí que las lesiones por traumatismo sean muy comunes entre los felinos.
El veterinario diagnosticará la enfermedad con ayuda de una radiografía o resonancia magnética. Dependiendo de la situación concreta, el médico podrá decidir si procede con una cirugía, medicación o rehabilitación.
6) Panleucopenia felina:
Se trata de una enfermedad vírica muy peligrosa que se propaga a través de la orina, heces y pulgas, contagiada entre gatos sin vacunar.
Esta enfermedad deja secuelas en el animal, afectando la deambulación, no pueden erguirse totalmente, levantan las patas para poder desplazarse y pierden el equilibrio con facilidad.
Aunque no inmoviliza los miembros posteriores, sí afecta a la movilidad.
7) Diabetes:
Al subir los niveles de glucosa en sangre y bajar los niveles de potasio, se generan ciertos daños neurológicos que en la mayoría de las veces afecta a las extremidades.
Otras posibles enfermedades:
Otras razones por las que las patas de los gatos suelen fallar son:
- Cáncer
- Leucemia
- Virus de Inmunodeficiencia Felino
- Osteoporosis
- Hernias discales
- Lesiones a nivel medular
- Artrosis
¿Qué hago si las patas de mi gato le comienzan a fallar?
Es necesario recalcar que cuando las patas de los gatos comienzan a fallar, significa que algo está pasando en su cuerpo, y puede ser bastante grave.
Las razones pueden variar desde un simple estreñimiento hasta un cáncer, pasando por una fractura. Cualquiera sea el origen de la enfermedad, solo el médico veterinario podrá dar un verdadero diagnóstico y posible tratamiento.
Puedes examinar sus patas, dedos, almohadillas y uñas en busca de lesiones. Mientras que averiguas la causa del padecimiento, vigila el área donde se mantiene echado para evitar que su condición empeore. Revisa que el ambiente esté libre de objetos peligrosos o sustancias tóxicas que puedan empeorar la condición.
Al confirmarse el diagnóstico, tu papel será darle la atención y los cuidados suficientes para que se recupere lo más rápido posible.